Cómo me gusta el teclado de un piano,
mi instrumento musical favorito,
en éste encuentro de hoy,
sentada delante del ordenador,
la imaginación me ayuda a viajar,
por una melodía imaginaria,
y que no precisa de nada religioso,
es suave y sencilla,
como nuestras conversaciones de amor.
Sabes que desde niña,
siempre soñé con un príncipe azul,
supongo que igual que tantas mujeres,
no sé si por cuestión de sociedad,
o por costumbres familiares,
pero soñaba y soñaba,
sé que tú me crees.
La verdad que pasaron los años,
no quiero dar paso a la queja,
todo lo contrario,
cada hombre que ha pasado por mi vida,
mutuamente nos hemos aportado,
el aprendizaje perfecto.
Tal vez por eso a día de hoy,
mi corazón duerme en paz y alegría,
y tal vez muchos hombres también,
soñaban con bellas princesas,
pero ésta es mi carta,
y me corresponde contarte,
de mi y nuestro amor tan divino.
Eres tan sencillo y claro,
como agua de lágrimas purificadoras,
bendita y sanadora,
como tu misericordia con el mundo,
como tu valentía guerrera.
Me enseñas tantas cosas,
desde tu infinita paciencia,
ante mi ignorancia humana,
eres el amigo perfecto,
el amante fiel,
el padre de 365 oportunidades.
Y pensar que los besos que pides,
es un simple ¡Gracias mi Dios!
es tu saber que somos felices,
y tu santa y divina voluntad,
verdaderamente y eternamente,
por nuestro bienestar.
Y créeme de nuevo,
tu amor es mi poesía favorita,
y el susurro de tu voz,
la danza de mi corazón,
que más aman mis oídos saborear,
y todo gracias a éste piano imaginario,
que hoy me ha dejado,
componer una sencilla,
pero profunda canción,
titulada…
Cartas a Jesús.
Elena CR
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