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Cuando crees en ti, se abren todas las posibilidades, que ya habitaban, en el paraíso del corazón. Cuando crees en ti, se hace logro, la visita y el canto del colibrí, en la ventana de tus amaneceres. Cuando crees en ti, se calza de paciencia tu sonrisa, y escuchas en los silencios, todas las verdades, y observas entre el ruido, los caminos que conducen, a tu calma interna. Cuando crees en ti, todo te parece bonito, y hasta lo injusto, dulcemente lo dejas ir.   Cuando crees en ti, por fin re-conoces, a la mujer del espejo, y te sientas junto a ella, a sentir la pasión de la gratitud. Cuando crees en ti, descubres el tiempo perdido, y te perdonas por ello, ves que la única prisa, es la sencillez de ser feliz, y entonces es ahí, cuando te enamoras de ti. En lo bueno y en lo malo, sin juicios que valgan penas con la fidelidad del auto-respeto, con el alma desnuda, y hasta que la muerte te encuentre.  Tu mirada soñadora, rejuvenece cada día, por más que pasen los años, siempre en pie se

Te diré que tengo en el alma, un universo entero de versos, te miraré cuando nos encontremos, con el corazón en esencia de loto. Puse en cuarentena mis sombras, era la única forma, de enfrentar mis propios miedos, me levanté del piso miles, por miles de veces. Aún más logré ver, desde arriba  el brillo, de la luz de las estrellas. Con la fortaleza, en los poros de mi piel, con la alegría en mi sonrisa, salto, canto, bailo, hablo, y si lloro, y si me enfado, no camina mucho el reloj, y de nuevo me río, con la brisa fresca del vivir. Galopo por la orilla del mar, con mi niña y mi caballo, mis ojos les siguen, cuando les veo jugar, con el ruido de las olas, y su blanca espuma, van regando mi razón, van tejiendo de amor mi camino. Soy tan feliz cada día, cuando me miro al espejo, cuando veo la profundidad, que hay detrás de todo, y sin temor, y en libertad, volvemos a volar. Ya sabes!! Sólo si tú quieres!! Quédate mientras cuento. Elena CR

A tu lado vida, canto, bailo, danzo, observo y amo. No dejaré de ser lo que soy, seguiré con la mirada arriba, escuchando esa voz, bajita, dulce y grande a la vez, que me guía, que me lleva de la mano, en todo momento, durante éste viaje, la vida. Por esas veces que se me olvida comprender, por esos instantes que mi corazón se dispara, bendigo las lágrimas que purifican, de nuevo mi eterna alma. No dejaré de sonreír, no dejaré de mimar a mi niña pequeña, no dejaré de jugar con ella a las princesas. Mi ser se siente dichoso, de poder hacer tantas cosas, entre tantas experiencias, entre tantas almas, entre tantos silencios, por siempre, dulcemente amaré, la melodía del tiempo. Elena CR