Sentada bajo la sombra de un árbol, se encontraba la niña de sueños viajeros, con su mirada temerosa hacía surcos en una ramita y mientras se iba preparando su escucha ante aquel bosque, pareciera la luna una lámpara de mesita de noche y unas pocas hojas que hacían de almohada.
Entra dormida la niña en ese otro espacio de tiempo, desde el cielo caen luces que quieren hacerse amigas viajeras también y ella en medio de dos suspiros, oye a su alrededor un susurro misterioso, intenta prestar atención alejando el sonido del viento, cuando de repente debajo del vestido nota un trocito de madera...
Qué mágico!!
Acababa de nacer una larga historia y un compañero que tomaría nota de todas y cada una de las emociones de aquella niña de sueños viajeros que de
nombre él se le presentó como si de una danza se tratase, entre sus primeros deditos dibujó su nombre y con un pedazo de hoja más tierra húmeda, ella logró leer las vivencias más impresionantes de su amigo lápiz.
Elena CR
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