Para escribir de ti no bastarían
todas las libretas de la tierra
pero ésta humilde atrevida ante tus ojos
lo va a expresar
pasado cuatro años
con la libertad de sacarlo hacia afuera
donde dormía éstas mis letras para ti
en ese dulce rosado block
que guardo entre mis cosas.
Y así como sólo tú me conoces mi reina
madre, mujer, nobleza pura,
y amor divino.
Por encima tuyo
para mi imposible
ninguna mujer...
Algunas religiones hablan de tí
y el ser humano
algunos contamos
nuestras experiencias marianas.
Yo aunque desde niña
ante mis ojos
me diste el regalo de verte
y testigo también fueron los ojitos
de aquella mi dulce amiga Mercedes...
Y aunque nunca supe qué querías
porque el miedo hizo gritos
en nuestra niñez,
por eso no dudaste con tu divino amor
en desaparecer ante nuestra mirada humana.
Y tan presente siempre madre y amiga mía
en todos mis momentos
de los buenos y más en los difíciles.
Hoy he vuelto a despertar
después de tantas veces
que me he quedado dormida
y tú que como madre
para mi corazón eres única,
vienes a quitarme una vez más
esa sábana que nubla
y bien sabes tú
que no nos deja gozar
a las almas libres y desnudas.
No me importa
como fuera las formas o maneras
del nacimiento de tu amado hijo
pues no me tocó humanamente
ser testigo del acontecimiento
de tu dulce vientre, madre mía...
Pero me basta con acunarte
en la fe que habita en mi alma
y fueras como fueras
y vengas de donde vengas
te adoro inmensamente
mi reina!!
Gracias por dar paz a mi camino...
Gracias por regar de luz mi interior...
Gracias por haberte conocido...
Gracias por amarme tanto
y siempre estar conmigo
mi bella María.
Elena CR
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