que morir tenía
para ver desde arriba mi cuerpo.
Pero tan bonita la Vida
me ha regalado una amiga
de nombre Solyedad
ella apareció
como la noche con su mañana.
Y de repente
sin prisas
ni pausas con excusas
ella mi nueva amiga.
Me desnuda el alma
en la intimidad de mis hojas
acaricia mi conciencia
con la ternura de su pluma.
Y vamos redescubriendo juntas
cada nuevo amanecer
del Sol y su Edad
qué mágico es su nombre
cuántos colores veo
desde adentro
ingenua de mi...
Creí que morir tenía
para sentir la paz
la libertad
y todo el amor
en el interior.
¡Gracias amada amiga!
Ahora puedo saborear
la felicidad que habita en mi
también está en ti...
Bendita sea la Solyedad.