La magia de la noche dejó mi cuerpo dormido y la pillina del alma viaja hacia las estrellas.
Qué bendición estar consciente para recordar dicha aventura y qué regalo divino encontrarte y charlar un ratito con tus seres queridos.
Paseando por nuestra playa de las canteras corría una brisa suave y un frescor muy agradable, una sonriente niña que ahora que caigo en cuenta, pareciera un angelito. De su mano me llevó a una casa donde la claridad era natural. Me tapó los ojos como si de un juego se tratase y al abrirlos pude abrazar y pasear un largo tiempo con mi tío segundo Rodolfo, me trasmitió su alegría, su paz y lo lleno que está ahora de vida.
Me dijo... Esta es una de las leyes de la vida, ellas estarán bien y aquí es nuestro hogar.
Rompí en emoción fuerte cuando le pregunté por mi abuela paterna y de repente veo a lo lejos una silueta que se va acercando a mi despacio y era ella. Nos dimos el abrazo más amoroso que jamás he sentido y hasta pude sentir sus manos acariciando mi cara.
Sólo puedo decir GRACIAS
Dios mío!
Qué belleza de viaje a las estrellas.
Elena CR
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