UNA TEMPESTAD AZUCARADA


Sentada en mi escritorio, 

observo el tintero, 

se ha quedado en silencio la habitación, 

pero yo quiero hoy, 

cantar con la pluma. 

Estoy buscando las notas musicales, 

esas que guardé en el cajón de la derecha, 

aún permanecen intactas, 

deseosas de una caricia de voz. 

Ya tengo colocadas las manos, 

en un piano de brillo dorado, 

puedo verlo y sentir, 

la música mágica y transparente, 

libre de juicios, 

que cariñosa me ofrece, 

la inmensa oportunidad, 

de volar alto, 

por la profundidad del océano azul, 

que a pesar de todo, 

vive su belleza, 

con una…  

Tempestad azucarada. 

Elena CR  

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