Ya en mi niñez te buscaba,
entre mis muñecas bebé,
y jugando a ser tu mamá,
pasaron aquellos años tan rápido,
que de repente me vi trabajando,
con diez más ocho primaveras,
en aquel comercio de experiencias inmensas,
entre amorosos y luminosos compis,
entre idas y vueltas a la cafetería más cercana.
Se hicieron aquellas tardes testigo,
del comienzo de un romance,
tal vez pudo ser mejor,
tal vez no supimos por nuestra inmadurez,
pero te buscamos de mutuo acuerdo,
y tú hijo mío,
nos encontraste desde el amor de tu alma especial.
Y es tan caprichoso a veces el camino,
desde el cielo sé que tu padre te baña en luz,
y yo sólo decirte que si volviera a nacer,
no me importaría repetir todo,
para encontrarte de nuevo.
Eres el ángel de mi vientre,
el amor más puro que Dios me ha regalado,
ese maestro que siempre llega a tiempo,
y ese alumno aplicado en su libre vivir.
Gracias por existir hijo mío,
de mi alma a la tuya,
estaré amándote todas las vidas.
entre mis muñecas bebé,
y jugando a ser tu mamá,
pasaron aquellos años tan rápido,
que de repente me vi trabajando,
con diez más ocho primaveras,
en aquel comercio de experiencias inmensas,
entre amorosos y luminosos compis,
entre idas y vueltas a la cafetería más cercana.
Se hicieron aquellas tardes testigo,
del comienzo de un romance,
tal vez pudo ser mejor,
tal vez no supimos por nuestra inmadurez,
pero te buscamos de mutuo acuerdo,
y tú hijo mío,
nos encontraste desde el amor de tu alma especial.
Y es tan caprichoso a veces el camino,
desde el cielo sé que tu padre te baña en luz,
y yo sólo decirte que si volviera a nacer,
no me importaría repetir todo,
para encontrarte de nuevo.
Eres el ángel de mi vientre,
el amor más puro que Dios me ha regalado,
ese maestro que siempre llega a tiempo,
y ese alumno aplicado en su libre vivir.
Gracias por existir hijo mío,
de mi alma a la tuya,
estaré amándote todas las vidas.
Elena CR
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